A vueltas con mi señora espalda, que se merece que la trate de usted por la guerra que da la jodía, resulta que ayer una doctora dio con mi problema exacto: Mi sacro.
El sacro es el hueso triangular que empieza encima del culo, el final de la espalda, y de ahí parten todas las ferias dolorísticas de mis caderas. Ha sido como descubrir cómo se llama esa mamá del cole con la que llevas hablando tanto tiempo que ya te da palo preguntarle «¿cómo te llamas?». Pues eso. Sabiendo el origen se acabaron las pastillas y comienza mi rehabilitación.
Efectivamente el yoga y los estiramientos mejoran mucho las molestias y es que el hueso en cuestión tiene unas ganas locas de volver a su sitio. Ya lo tenía un poco mal gracias al patinaje que practiqué desde los seis hasta los 15 años y las constantes caídas de culo. Luego con la pértiga tampoco es que le viniera muy bien, pero la maravilla que es el cuerpo infantil y adolescente no sacó a relucir mucho los dolores hasta que me quedé embarazada por primera vez.
Ahí muchas veces te queda tocado, la columna se mueve para adaptarse a esa postura sexy que nos caracteriza cuando estamos embarazadas. Y yo que le decía a papi: juraría que me he quedado sin culo después de tener a las nenas. A veces el sacro no vuelve por si solo a su sitio gracias a que las mamis nos sobrecargamos.
Y mis dos años de bulerías caderiles se deben a que durante el parto de Vera, a pelo y tumbada, mi pelvis se adaptó a poder parir tumbada (a parte del embarazo) y ahí se quedó el pobre hueso, mirando un poco a Parla. Cada doctor varón que me vió consideró normal todo y me han dicho en numerosas ocasiones que tengo la sobrecarga normal de una madre de dos niñas que se llevan poco.
Y viene una señora, a la que no tendré días en la vida para agradecerle, a decirme: «Sí, si normal es que se mueva, pero luego si las cosas no vuelven a su sitio habrá que arreglarlas. Con estos inventos masculinos de parir tumbadas pues luego nos pasa que nos pasamos el resto de la vida sufriendo lumbalgias y ciáticas que con ejercicio y estiramientos se soluciona, pero te tienen que decir que necesitas que tus huesos tienen que volver a su sitio.»
Así que se acaban las pastillas y las trocanteritis recurrentes. Si todavía hay alguna mamá con dolores de cadera y de espalda constantes… ¡miraros el sacro! Que igual por ahí van los tiros. Felicidad de haber encontrado la respuesta y saber que puedo volver a correr cuando termine de colocar mis huesos en su sitio.
Y como mañana es viernes, pues que tengáis un final de semana genial, disfrutad del fresquito que nos deja la lluvia y ¡a ser felices! Besitos 🙂